Practicando el tiro al blanco conmigo mismo en una feria con olor a chocolate rancio.
Los tuiters son como las primeras frases de una novela: te dejan con ganas de saber cómo continúa.
A la policía le encanta poner la sirena para hacerse notar. ¿En manos de qué clase de gente está nuestra seguridad?
Sólo se empieza a ser feliz cuando se olvida que se es feliz.
«Un desastre. Estupidez e ingnorancia de principio a fin.» No sé a qué o quién se refería Ezra Pound cuando lo dijo, pero yo me lo digo a mí mismo a todas horas.
Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis. Debo de tener una sangre realmente dulce para los mosquitos: hoy he amanecido con hasta 6 picaduras de solo uno de ellos. Ojalá tú también tuvieras algo de mosquito.
Mi blog es mi novia, lo sé. Pero no sé qué me pasa últimamente que no puedo evitar irme de tuiters a todas horas.
¿Adónde van las cosas que se olvidan?
Los sábados y los domingos por la tarde, mi vecina de la pared de al lado —la misma a la que escucho gemir cuando folla a las tantas de la madrugada— pone siempre la música a todo trapo y no me deja echar la siesta como es debido. ¡QUÉÉÉÉÉÉ HIIIIIIJADEPUTA!
Cogería a los motociclistas, les metería el tubo de escape por el culo y aceleraría hasta que la presión del dióxido de carbono les hiciera estallar los oídos.
Esta tarde, viendo «Elizabethtown» en televisión, me he acordado de cómo tú y yo solíamos hablar por teléfono durante horas. Ich vermisse dich sehr.
Voy a la caza de algún tuiter interesante. Aún no he encontrado ninguno, excepto el mío. JA, JA.
Los comentarios elogiosos de los blogs son todos una repugnante babosería que sólo sirve para alimentar el insaciable y monstruoso ego de su propietario.
«Misantropía» es un térmico que suena excesivamente bien para lo que realmente significa.
Ojalá pudiera sonreírte más a menudo: nada me complace más que exhibirme ante tus ojos para habitar tus pensamientos.
Estar solo y querer estarlo como un seiscientos en un desguace de coches.
Nada más triste que decir «te quiero» sin que la otra persona se inmute en un sentido u otro con ello.
Te equivocaste conmigo. Pero yo también lo hice contigo, aunque ya sea demasiado tarde para desenamorarme.
Perder el tiempo consiste en observarlo.
Es infinitamente más difícil elaborar un argumento intelectual que uno literario.
¿Por qué la gente no diseñará más a menudo sus blogs con el fondo gris? Cuando es blanco, es imposible no quedarse medio ciego con ellos.
Con «Las chicas Gilmore» mi mente involuciona hasta unos niveles de romanticismo tan infantiles como una canica. Pero me encanta.
Hablando por mail con GK sobre «sotanismo»: amor, literatura, revolución y contrarrevolución.
Se acabaron las plazas del curso de catalogación que quería hacer para preparar las oposiciones. ¡Me jodo! Eso me pasa por indeciso, por querer una misma cosa y su contraria al mismo tiempo aunque en diferente sentido.
«Cuando te escribo por mail, acaricio las teclas del ordenador como si acariciara tus labios.» Y lo grave de la frase es que aún puedo llegar a ser mucho más cursi.
Echando una lagrimilla con el capítulo final de «Las chicas Gilmore».
Una cursilería más y tendré para una mercería.
Clavarle estacas en los talones a los lugares comunes.
¡Me han llamado de la Academia porque había una baja en el curso de catalogación...! Vaya, ahora que lo puedo hacer, ya no me apetece tanto.
El diablo cabalga en motocicleta.
«Tus dedos saben a Martini.» ¡No, por Dios, otra vez no!
Matrícula del curso de catalogación pagada. Espero que no me hagan llevarla clavada en el culo para leérmela con un lector de códigos de barras como a un vulgar libro cualquiera.
Arte con fines políticos igual a demagogia.
Admiro a DTB porque es capaz de ser la misma persona tanto escribiendo como en carne y hueso.
Las cosas que nos depara el pasado... Hoy sólo me apetece llorar como un camello enjaulado.
El que quiera entender, que entienda, y el que no, que le den igualmente por culo.
Escribo sobre ti para ganarme la medalla de plata. ¿Heroico? ¿O sencillamente patético?
Cuando por la noche me dicen «Nooooo, veeenga, quédate a tomar sólo una más», me entran ganas de comprarme un cuchillo de caza.
Pistola láser en mano, la figura y el nombre de «Solo» dibujados sobre mi pecho. Me encanta tener una camiseta para ponerme en cada ocasión.
Esta tarde, viendo «La fuerza del cariño», he vuelto a acordarme de ti. Cuando uno quiere acordarse de alguien, encuentra motivos por todas partes.
Utilizar las cosas con un fin para el que no fueron concebidas.
No quiero comentarios cuando escribo. Cuando escribo sólo quiero desaparecer.
La condescendencia puede arruinar a un hombre. Y matar a un miserable como yo.
¡No más cenas de empresa por Navidad! Alguna cosa buena tenía que tener estar en paro.
Después de hablar contigo por teléfono esta mañana, me entran ganas de escalar el K-2 y casi tengo que llamar a los bomberos para que me apaguen.
Los políticos de un partido dicen «blanco», los de otro dicen «negro» y yo me siento como si fuera un ciego al que los políticos deben enseñar los colores.
Si me encuentro a un solo ex-compañero de trabajo más, voy a tener que cambiarme de barrio, de ciudad, de país, de planeta, de sistema, de universo. De persona.
«Amélie», «Monstruos S.A.», «Men in Black II», «El tigre y la nieve», «Fuera de carta». Sólo tú y yo sabemos lo que tienen estas películas en común.
Es como si por la noche ya estuvieras dormida cuando me acuesto y por la mañana ya te hubieras levantado cuando me despierto. Comprenderás que sólo me queden los sueños.
Tú eres lo más parecido a una novia que he tenido y que voy a tener en la vida. ¿No te doy pena? Porque podría aceptar un polvo por pena...
Mi realidad es mi deseo. Sólo eso.
Pretendía contar mi vida en frases cortas, pero resulta que sólo soy capaz de escribir sobre ti. ¿Será que tú eres toda mi vida?
Odio los Lunes. Y los Martes y los Miércoles y los Jueves y los Viernes y los Sábados y los Domingos. Odio todos los días de la semana porque siempre es la misma desahuciada persona la que los vive.
La hiperacusia es desesperante: ni si quiera te permite desahogarte gritando y aporreando las paredes porque éso te jodería más aún los oídos.
Pues lo siento mucho —vaya mi pésame por delante—, pero a mí Andrés Montes me hacía cambiar de cadena.
«... la acumulación de información amputa la información.» Disfrutando con «La tiranía de la comunicación» de Ignacio Ramonet. Todos ésos alfeñiques internautas deberían aprender algo de este libro.
Tantos años abrillantando la grifería del cuarto de baño, y el único genio que he sido capaz de sacar, ha sido el del cobre.
Mis días se parecen unos a otros como se parecen entre sí las teclas de un ordenador.
El cláxon de los coches invita al exhibicionismo más estúpido: «¡Eeeh! ¡Miradme todos! ¡Soy imbécil y me gusta tocarme el pito!»
¿Lo mejor del Diluvio Universal? Que ningún coche podría circular por las calles, por supuesto.
Anoche soñé que iba al teatro y que se me habían olvidado los tapones de los oídos. Menos mal, Dios mío, que me desperté justo antes de que empezara la función.
Devil is sound.
Para el capitalismo, no es más rico el que más tiene ni el que menos necesita, sino el que más consume.
Todo el mundo tiene su ración de amor que dar, y el que no lo hace, se le acaba pudriendo dentro y le pudre a él con ella. ¿Será por eso que yo apesto tanto?
Mi capacidad de querer, ¿la he perdido?, ¿la he abandonado? ¿la he matado?, ¿me ha huido?, ¿la tuve alguna vez? ¿Muero sin querer o quiero sin vivir?
Es igual la verdad que pongas en el asador cuando escribas. La gente seguirá pensando que eres carne de literatura.
Cada vez que me llamas por teléfono, aún sigue dándome un vuelco al estómago, a las vísceras, a mis literaturas.
Las bibliotecas son grandes vectores de transmisión de cultura, sí, y también de microbios, joder.
Explotar la frase corta hasta que explote, hasta que se convierta en párrafo o en nada.
Si la felicidad se convierte en estar en silencio, apenas mareado y sin que te den pinchazos por todo el cuerpo, malo.
La vida es como un calcetín arrugado en el fondo de un tobillo: lo extiendes y te percatas de todas las cosas que te han pasado, lo vuelves a arrugar y comprendes que todo ha sido casi nada.
El arte es especular.
Es difícil de explicar, pero hoy me he bebido mi propio eructo.
La ventana como televisión del mundo.
«Utiliza lo que tienes», le dijo un sabio. Y el otro se convirtió en nihilista.
Eliminar el bla, bla, bla, las frases de transición, la distancia —por corta que sea— entre dos puntos cualesquiera.
Anoche se retrasó una hora el reloj: una hora más para el seppuku, una hora más para que no sueñes conmigo, una hora más para que los girasoles miren a la sombra.
En la moral, la felicidad es un efecto colateral de la corrección de nuestras acciones. En el capitalismo, el efecto colateral de la rentabilidad de nuestras acciones es el servicio a la comunidad.
Los bibliotecarios son los pagafantas de la educación.
Lo único que diferencia una gota de agua de otra es su dimensión espacio-temporal. ¡Anda, coño!, ¡como el goteo de mis días!
¡Me aburoooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo...!
Hay palabras de amor que entran por un oído y salen por el orto.
Tuiter es la banalidad de Internet llevada hasta sus últimas consecuencias. A no ser, claro, que se utilice para algo completamente distinto para lo que fue diseñado.
Leyendo el cómic «Mátame» de David Lapham: Este tío sí que sabe hacer que quieras hacerle el amor a un dibujo en blanco y negro.
Me acuerdo de cuando me dijiste por teléfono: «Ahora mismo lo que me gustaría es estar contigo en una cabaña apartada del mundo. Pero éso no va a pasar nunca.»
El papel en blanco es una ventana al mundo, ¿pero a qué mundo?
¿El mundo es el cristal a través del que te miro o tú eres el cristal a través del que miro el mundo? Sea como sea, tú eres mi constante universal.
Viendo «El invisible Harvey» de Henry Koster: La bondad es sobrehumana.
Los escritores de verdad se avergüenzan de los bibliómanos.
Otra vez un grupo de gente con bongos en mi calle. El lunes me saco la licencia de armas.
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